Leonard Toller estaciona a unos
metros del gran portón de rejas de su casa en New Hampshire. Siempre ocurre
así, de lunes a viernes a las cinco de la tarde llega de recoger su correo en
la oficina que queda a un par de kilómetros de su casa, ésta está un poco
aislada del resto de la ciudad pero todavía dentro de la zona urbana. El recoge
la correspondencia, pasa por el cajero automático, va al supermercado a hacer
las compras del día y se dirige a su casa, llegando siempre a las cinco en
punto de la tarde. Si tuviera un portón automático regulado para que abriese y
cerrase siempre a la misma hora, nunca se quedaría afuera.
Los vecinos de Leonard están
orgullosos de su vecino, autor de casi una docena de Best Selles, muchos de
ellos románticos y algunos, muy pocos que apuntan más a la ciencia ficción y el
terror aunque siempre encierran una
historia romántica, los escribe, se venden. El sabía que no le gustaba escribir
esas porquerías diría el mismo, pero el dinero hace falta, nadie vive del aire.
Y como de todas formas siempre hay público para esas cosas, él las escribía
para ganar dinero.
Nunca le gusto ese tipo de
escritura, preferiría, pensaba en sus inicios, morir de hambre antes que
venderse a crear historias comerciales para subsistir. Pero debía mantenerse el
y a su madre, y Leonard es un chico con talento, no cabe duda. Y aun
escribiendo a desgano, sus publicaciones se volvían éxitos de un momento al
otro. De hecho ya había vendido dos adaptaciones de un par de historias suyas
para el cine, reescritas por el mismo, y se transformaron en éxitos de
taquilla. Por lo que el dinero ya no es su problema. Y eso que recién cuenta
con veintidós años.
Hace cinco años que comenzó,
siendo menor de edad aun en su país, a publicar historias. Sus inicios fueron con
novelas románticas que no tuvieron más trascendencia que la de hacerlo ganar
algunos premios y algunos dólares.
Pero el éxito no se le subió a la
cabeza, compro una casa grande en las afueras de la ciudad, le hizo algunas
modificaciones para dividirla en dos alas, en una viviría su madre y en la otra
él. Su casa estaba "diseñada para escribir" diría el, contaba con un
estudio, y había mandado hacer un departamento completo bajo tierra. Contaba
con dormitorio cocina comedor, baño, cuarto de juegos y un espacioso estudio.
El ala de la casa que se encontraba sobre este sótano adaptado al departamento
contaba con lo mismo que el departamento subterráneo, pero tenía tres
dormitorios mas.
Lo que los vecinos no sabían era
para que quisiera Leonard ese departamento subterráneo. Consideraban que era
una necesidad para un escritor, puesto que ningún vecino conocía a otro más que
a él, suponían que ese era el modo de vida de todos los escritores.
Leonard, como decíamos, llego a
las cinco en punto al frente del portón de su casa, lo abrió con el control
remoto, metió el auto al garaje, y entro en la casa por la puerta de la cocina,
que salía del mismo, mientras se cerraba el portón.
Luego de ir a visitar a su madre
para llevarle las compras y ver que estaba bien, volvió a su departamento,
entro a su estudio, estuvo cinco minutos exactos sentado mirando el monitor apagado
de su PC, y comenzó la tarea menos rutinaria de su vida. Aunque para esta terea
también tenía un método, un horario y un propósito exaltado, que hacía que
llevara a cabo ese ritual a diario. Todos los días los resultados eran distintos
y dignos de ser estudiados a fondo por el mismo.
En el medio del estudio había un
cuadrado. Los bordes del cuadrado estaban delimitados por una señal que
constaba de unas franjas amarillas y negras de advertencia, y había un pedal
que decía abajo en una de las esquinas interiores del cuadrado en el piso. Al presionar
este pedal, se sintió una muy lejana sirena que sonó durante exactamente 10
segundos, acto seguido comenzó a descender lentamente. El ascensor lo llevo a
un estudio idéntico al que había abandonado hacia unos segundos. Solo que el
techo estaba más alto y en él había un cuadrado que mostraba el estudio gemelo
del nivel superior. Este cuadrado quedo cerrado inmediatamente por una plancha
metálica que descansaba al costado del agujero y que empezó a desplazarse ni
bien se detuvo el ascensor.
Al llegar a este nuevo nivel los
ojos de Leonard se iluminaron al verla, parecía un sueño, un ángel de pelo
negro y piel blanca como la nieve a excepción de sus rojas mejillas "en
ocasiones me hace pensar que es hija de san Nicolás" pensaba Leonard, le
falta pesar cien kilos y decir Jo jo jo. Pero por el contrario el ángel que Leonard
miraba, no contaba con más de cuarenta y cinco kilos y no media mucho más de metro
y medio, por más que contaba ya con veintiún años.
El sabía que su piel no podía ser
más blanca por culpa suya, pues hacía ya cinco años que esa hermosa piel no
veía la luz del sol. Hacía de hecho cinco años que esa hermosa niña no salía de
ese departamento subterráneo. A estas alturas les gustaba jugar a que ella era
un vampiro que si salía a la luz se quemaría en vida. Pero ambos sabían que no
era así, que originalmente ella no estaba allí por su voluntad.
El recordó el día exacto, hace ya
más de cinco años, cuando llego por la noche a la casa de ella. La llamo al
celular y la invito a verse en unos momentos no muy lejos de allí. Ella accedió,
lo amaba con locura - lo amaba? Lo ama? Lo amo?- ella salió de su casa en busca
de él. El la esperaba escondido, la durmió con cloroformo, la subió en un auto
robado, la llevo hasta un bunquer en New Hampshire. Una antigua base de una célula
terrorista dejada al abandono, que Leonard había descubierto de niño y que
hacía años estaba deshabitada y era su lugar secreto.
La había acondicionado para ella.
Le llevaba comida a diario y hablaban durante horas. Luego cuando estuvo pronto
el departamento, un año después. Cuando además la policía había dejado de hacer
preguntas. Se mudaron, dardo tranquilizante de promedio, a esta su nueva morada.
Hacía tiempo que ella no lloraba en las noches, como hacía tiempo también que
no lo golpeaba y le tiraba con todo lo que encontraba cada vez que el llegaba,
para luego de una hora de violencia, desistiera y se dispusiera a conversar con
su captor.
El nunca le hizo daño. Nunca le
puso una mano en el cuerpo. Ella seguía siendo tan pura como el primer día. El
no quería violentarla, ella lo haría cuando estuviera lista. y cada día parecía
que se amaban más.
Ese día el trajo la comida que a
ella más le gustaba, pero ella ya había cocinado. Nunca lo había hecho. El
quedo desconcertado por unos minutos, pero accedió a cenar con ella, cosa que
jamás habían hecho. -cociné con las cosas que hay en la cocina- dijo Bianca =genial,
nunca habías usado la cocina= le comento Leonard conteniendo las lagrimas -siempre
hay una primera vez para todo. Y después de todo, siempre quise ser chef- dijo
esto con un aire soñador y a Leonard pareció que se le quebraba el alma.
En un principio Leonard comenzó a
comer con desconfianza, Bianca comía nerviosa, y esto lo hizo dudar por un
segundo.
-te gusta? Esta feo?- pregunto
ella claramente atemorizada
-esta excelente, es muy bueno. Me
preocupa verte nerviosa- dijo Leonard, una vez más conteniendo las lagrimas
pero sin saber porque.
-es que es la primera vez que
como en compañía de alguien en años- esto fue como una patada en la cara. Se
contuvo y no exploto en lágrimas, pero dejo de comer. Dudaba mucho, y de todas
formas aunque no tuviera nada la comida, el solo hecho de pensar le haría daño.
-toma el mío señor desconfiado- dijo
Bianca extendiendo su plato del que había comido una buena parte y tomando el
de Leonard para comer lo suficiente para que este retomara la cena con total
tranquilidad.
Mientras cenaban recordó con tristeza
que ella quería dedicarse a ser Chef cuando se casara con él. Estaba muy
molesta con su madre porque hacia unos días le había prohibido verse con Leonard,
porque qué vida le podía dar un soñador que se quería dedicar a escritor, en realidad
tenía el mismo pensamiento para cualquier tipo de arte que se le ocurriera a
cualquier persona. Tenia la idea de que no se puede vivir decentemente del arte.
-enamórate de un abogado, de un
medico, o de alguien que tenga un empleo de verdad. El te promete cosas solo
para llevarte a la cama. Y en cambio alguien con un titulo te puede ofrecer la oportunidad
de no tener que trabajar nunca- Le decía su madre constantemente, y este
recuerdo la atormentaba
-Espero te gustase la cena- le
dijo a Leonard, con eso Bianca cerró su conversación y se fue a la cama.
Recordó también que aquella
ultima noche en que convivio con sus padres tubo una fuerte discusión con su
madre. Minutos después la llamo a Leonard, desesperada por hablar con él y
contarle todo, acepto verse con él y se escapo de la casa materna para ir a su
encuentro. Por el camino alguien la ataco, en un principio no pudo verlo bien,
pero para cuando pudo mirar para donde estaba el atacante, estaba perdiendo el
conocimiento.
Despertó quien sabe cuánto tiempo
después, en una habitación de paredes de hormigón, fría y desolada, pero en
ella había una cama, una mesa con una silla y en la mesa había un plato con
comida, cubierto con un paño- Para que no le callera polvo a la comida.
Fue una gran sorpresa descubrir
que el que la apresaba era su gran amor Leonard Toller. Peleo con el todos los
días durante todo un año. Hasta que un día Leonard entro con un arma en la habitación.
Ella rogo, se arrodillo, le ofreció su sexo en
pago por su vida. Era extraño, en ese año Leonard solo la buscaba para hablarle,
decirle cosas hermosas, llenarla de obsequios, ropa, darle las mejores comidas.
Pero nunca le exigió sexo. Ni lo menciono tampoco. Pero al levantar el arma,
ella sintió que tal vez eso lo calmaría y comenzó a desnudarse. El rio y le
pidió dulcemente que se vistiera, que no era eso lo que el quería de ella, no a
la fuerza. y ella se vistió, lloro y se sintió sumamente amenazada. Leonard
bajo el arma, se dio vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Bianca le dijo
gracias, y él se volteo en un solo movimiento y le disparo al hombro derecho.
Ella apenas llego a ver el dardo en su hombro. Apenas pudo soltar media carcajada
y perdió el conocimiento. Se despertó quién sabe cuánto tiempo después en una cama
con sabanas de seda. Tenía un camisón de seda blanco. Se asusto muchísimo –estoy
muerta?- pensó. Pero no, no estaba muerta. Estaba en un dormitorio hermoso, con
lujos fuera de sus expectativas. Le llamo la atención como estaba vestida y se
pregunto si Leonard la habría desvestido. Acto seguido se hizo una revisión
personal, verificando que se encontraba inmaculada. Su pureza estaba a salvo.
Es acaso mi captor un hombre malo?. Ese es el primer pensamiento positivo hacia
Leonard en mucho tiempo. A partir de ese momento las relaciones con Leonard
cambiaron radicalmente. Ya no lo recibía mas con groserías ni tirándole cosas. Pero
todos los días llegaban a la detestable discusión, ella quería y exigía su
libertad, y el lloraba y le negaba este favor. Ella pedía cualquier cosa mundana
y él se la conseguía. Pero la libertad no.
Terminaron de cenar y Bianca
preparo café. El siempre había repuesto este tipo de provisiones, todas
vencidas y sin tocar. Pero ahora algo había cambiado. Ella estaba comportándose
como toda una dama. Nunca menciono su libertad. No la menciono durante la cena
y tampoco tomando el café. Solo pidió noticias del exterior. Leonard le conto
como se encontraba el mundo, y Bianca se horrorizo.
Luego de terminar con su cena y
sobremesa, Leonard se disculpo con Bianca y le dijo que tenía que retirarse a
su dormitorio porque era ya muy tarde y al otro día debía retomar su tarea
temprano para poder terminar en el mismo día.
Subió por el asesor, pero esta
vez lo detuvo más de una vez para mirar a Bianca. Un bramadero ángel caído del
cielo, maquillado de pálido por la falta de exposición a la luz solar.
Una vez que se cerraron las
hendiduras del ascensor Leonard se dirigió a su escritorio y prendió el PC.
Paso dos horas mirando el escritorio de Windows. Pero al final, volvió al ascensor.
No podía sacarse esos ojos de la mente. Le estaban quemando la memoria, se habían
quedado grabados en los suyos. Bajo y Bianca estaba allí, parada firme.
Esperando a Leonard con ojos soñadores.
-Estas bien?- pregunto ella,
preocupada por la anormal actuación de su captor
-Si bien. Es que. No puedo
escribir, estoy preocupado por ti- dijo Leonard. Al bajar del ascensor piso el
pedal y este comenzó a subir. Leonard, demasiado impresionado por el error no atino
a nada. Y en pocos segundos el estaba tan encerrado como Bianca en ese sótano. Para
sorpresa de Bianca, Leonard no movió un musculo de la cara. Señal que a ella le
decía que podían pasar dos cosas, una que él estaba aguantando la risa por lo
irónico de la situación y la otra estaba a punto de ponerse a llorar. Ni A ni B.
Leonard salió del estudio y se dirigió a la cocina, saco un trozo del
cielorraso y se metió por una escalera que Bianca ni había imaginado que estaba
allí.
Al pasar por ella, Leonard no la
cerró. Bianca tomo con mucha cautela esa oportunidad. Pero llego un momento en
que no lo soporto más, y se lanzo a atravesar la puerta. Pero una vez que lo
hizo paso algo extraño. Leonard no estaba ahí. Ella aprovecho para salir por la
puertaventana del jardín. Piso el césped, lo que le provoco un sentimiento de
extrañeza increíble. Amaba la naturaleza, pero ya no se sentía segura, olio el
aire y la embriago la pureza que tenia, pero extraño que estuviera filtrado y
la ataco el sol desconsideradamente, lo que hacía cinco años que no ocurría. Se
sentía inválida, le faltaba protección, la protección de sus habitaciones, los
cuidados de Leonard, le dolía la piel y los ojos. Entro una vez más a la casa y
se dirigió a la cocina.
Leonard al salir del departamento
subterráneo se dirigió muy rápido al estudio. Observo detenidamente el ascensor
se subió en el, repitió el acto diario, piso el pedal, sonó la sirena, bajo el
ascensor. Bianca no estaba allí. Piso el pedal una vez más pero esta vez con pánico.
El ascensor subió.
Ahí se encontraba su ángel, más
deslumbrante que nunca. Hermosa para él desde las uñas de los pies hasta el
pelo. Con una bandeja en las manos con postres y café.
Se los sirvió en el escritorio,
se sentó en el sofá y Leonard se sentó a escribir, mirándola y devolviéndole la
mirada soñadora. Se miraban durante horas enteras, sin decir una palabra.
Luego de eso Leonard escribió los
más increíbles Best Sellers románticos, todos dedicados, a Bianca.