jueves, 29 de diciembre de 2011

EL faro





La embarcación en la que navego hace agua. Las tormentas no me dan descanso. Por momentos me siento como Odiseo. Día a día pierdo algún integrante de mi tripulación o una parte de mi navío, que soy yo mismo. Porque de alguna manera mis hombres y mi nave son mi misma persona, soy yo mismo mi nave y mi tripulación, y cada perdida o rotura es una enajenación y una mutilación de mi mente y mi cuerpo.

La hibris no me permite ver mis propios errores y cada uno de ellos me cuesta parte de la tripulación y la nave, que por momentos parece ir a la deriva, arrastrada por las mismas tormentas.

No muy a menudo pero con frecuencia, puedo divisar un faro a lo lejos, que pretende señalarme el camino correcto. Pero es muy común que lo ignore, pensando que son fuegos fatuos que me llevan a la perdición.

El canto de las sirenas me hace pensar por momentos si mi Penélope aun estará esperando en puerto. Pero en esos casos, es mi apasionado corazón el que me dice que sí, que estará ahí esperando a mi arribo y logro desprenderme del  embrujo de sus cantos.

La ya poca tripulación me vuelve a indicar que el faro esta nuevamente a la vista, lo sigo un trecho pero lo vuelvo a perder, como si éste se cansara de iluminar mi camino

¿Serán señales de mía amada?

¿Será tal vez una señal del destino?

Una y otra vez la tormenta se cierne sobre mí. Tormentas que creo no poder sobrellevar, la poca tripulación tanto como la nave están cansados. Ya no tengo el mando que tenia antaño. Por momentos pienso que podría perderlo todo, en esos momentos nuevamente la  luz de la esperanza vuelve a aparecer en el horizonte. Y una vez más, con esperanzas renovadas emprendo el camino hacia ella, soñando que es mi Penélope.

La maldición se ve incrementada, no solo por las tormentas, sino que también, cosa de los demonios, nunca llega el día. Siempre viajando en una noche eterna. Las enfermedades no se dejan esperar, como si fuera poco  después de tantas adversidades. Es mi deber salvar lo que queda de mi gente y mi nave, que soy yo mismo. Me debo salvar para salvarlos a todos.

Al final, tomo la decisión, perdido por perdido torno el timón a contra viento y marea en dirección al faro. Lucho en estos últimos tramos con las más potentes de las tormentas, esquivo traicioneros arrecifes, maniobrando ya solo a esta altura todo el navío. Mi gente está enferma y cansada, el barco casi destruido, yo mismo no soporto el cansancio, pero es mi deber llegar.

Llego a puerto casi sin fuerzas al atracar. Junto al puerto un gran faro. Estoy en el lugar al que estaba siendo guiado. En ese momento pierdo por completo las fuerzas, al amarrar la embarcación  pierdo por completo la energía, y como si mi alma se separara de mi cuerpo pierdo la conciencia y caigo en un sueño de reposo. Sin saber donde toque puerto. Sin saber, si estaba seguro.

Al despertar me encuentro en la más cómoda de las camas.
Mi Penélope esta a mi lado. Mirando con ojos brillante, llenos de lagrimas que interpreto como tristeza
-         

       -He hecho mal al volver- le pregunto
-           - Al contrario mi amor, mi Odiseo, mi Romeo. Has vuelto. Por momentos perdía la esperanza pero con esfuerzo me recuperaba y volvía al faro para mantenerlo encendido. Flaquee más de una vez y me disculpo. Pero ahora estas aquí y eso es todo lo que deseaba.

Día tras día curo mis heridas, ella misma reconstruyo pieza a pieza mi nave y mi confianza en mí mismo. Ahora sé que puedo afrontar cualquier cosa.
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       -Ya puedes partir – me dijo – cuando desees, ya tu nave está totalmente reparada y tu tripulación que eres tú mismo está lista para zarpar. Te amo, y no te puedo pedir que seas otra persona. Zarpa cuando lo desees.
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      -Zarpare – le conteste, aunque estas palabras no hicieron que dejara de darme la espalda- pero a mi última y más importante aventura- en este momento si volteo a verme con los ojos llenos de lagrimas- La aventura de vivir junto a ti y no volver a separarnos. Porque eres mi faro, mi guía, mi esperanza y mi mar. Eres las aguas que quiero navegar por el resto de mis días. Porque eres mi amor

En el mar hay muchos peces, es verdad, hay sirenas también, que te encantan con su hermosura. Pero solo hay una Penélope. Solo una. Y yo ya tengo la mía. Tuve que sufrir mucho para darme cuenta que siempre. Hasta en los momentos más terribles ella estaba a mi lado. Dándole fuerzas a mis brazos en el timón. Alimentado de esperanzas mi corazón.

Zarpare sí, pero sin salir de puerto, zarpare a la mar del amor de mi Penélope, y juntos enfrentaremos todas las tormentas que estén por venir.
Porque si bien no existe un vivieron felices por siempre, siempre habrá un lo intentaron con todo su corazón para siempre, hombro a hombro.


martes, 27 de diciembre de 2011

Carta de un suicida





Manhatan xx/xx/xxxx
Querida Dra. Hope

Me tomo la libertad de llamarla querida ya que hemos compartido momentos hermosos y terribles y me conoce casi tanto como yo mismo. De hecho me conoce un poco mas que mi propia familia. No se como se escriben estas cartas, de echo lo estoy haciendo a la desesperada y con el tiempo contado y ya va a saber porque lo digo.
La idea princicapal de la carta es que sepa los motivos por los que voy a hacer lo que estoy por hacer en cualquier momento y que no quiero que se tome como un acto de cobardía sino mas bien como un acto de liberación. Dra. Hope, he decidido suicidarme, no por egoísmo, no sin pensar en mi familia y el trauma que en ellos puede dejar, no. Lo hago porque es necesario para el bienestar de mi familia y pienso que de muchísima gente.
Ud. Mas que nadie sabe de mi contrapartida malvada que tengo encerrada en mi mente, lo peligroso que puede resultar para la persona que lo tenga que enfrentar y las constantes amenazas a las que me veo expuesto por este ser.
Pero lo que no sabe es donde nació y como llego a la jaula que de echo en este momento esta destrozando para salir y es por lo que mas me apuro en escribir.
Ud. Sabe que cuando ocurrió lo de mi accidente en mi adolescencia no recibí apoyo inmediato, por lo que nació él, en un principio me sentí cómodo a su lado porque me protegía y como nuestra comunicación era privada, o sea, nadie sabia que yo tenia un amigo imaginario, las cosas iban bien.
Pero en una vuelta de tuerca tomo el control de la situación, muchas veces haciendo cosas de las que yo no tenia conocimiento o simplemente filtrando información del exterior para beneplácito propio.
De esta manera él fue tomando fuerza y yo me fui enfermando cada vez mas, a la vista esta que soy una persona visiblemente saludable, dentro de lo razonable y sacando el cáncer de lado. Pero por dentro me sentía cada vez mas un invalido, mas por no poder imponerme a este ser que cada vez tomaba mas dominio de mi persona, haciéndome hacer cosas que yo no quería, y a veces mostrándome como las hacia para que yo tuviera conciencia de que no podía hacer nada al respecto, mientras que otras veces me dejaba a mi a cargo de las consecuencias de sus actos aberrantes, y como podrá imaginar querida Dra. Hope yo no podía ir por el mundo gritando que tengo un ser dentro de mi que es maquiavélico y lo disfruta por el viejo y querido temor a terminar internado en un hospital psiquiátrico.
Un buen día me las ingenie, leyendo mucho sobre el tema, aprovechando que él a mis actividades no les prestaba atención, y preso de su propia arrogancia ego centrista callo en una trampa que le tendí, desde entonces esta encerrado en una jaula en la que no puede moverse. Pero por desgracia si puede, y lo hace, amedrentarme con insultos y amenazas. Muchas veces me sorprendió la capacidad que desarrollo para filtrar información en contra de mi voluntad para que yo pasara o por tonto o por egoísta al no tener en cuenta las cosas que me decían los demás. Esto ultimo no es poca cosa, porque encontrarte un día frente a una persona que te recrimina que te hizo mención especifica de algo y que luego tu lo hiciste o lo omitiste es embarazoso, y en esos casos tampoco se puede dar la explicación de un segundo ser en mi mente, y menos decir que esta encerrado y controla la información que te llega al cerebro. De todas terminaba internado y no es lo que pretendía y no es lo que pretendo.
Pero a donde nos lleva todo esto Dra. Hope , Ud. se preguntara. A que hace relativamente poco tiempo este ser comenzó a destruir de a poco su jaula de cautiverio, y me lo hizo saber. Yo como primera medida lo amenace con quitarnos la vida a ambos porque no iba a permitir que se adueñara de mi persona y que hiciera quien sabe cuantas aberraciones a la gente que amo, como me lo tenia prometido. Él ante esta amenaza sencillamente me dijo que no tenía el valor de hacerlo, y lo intente. Pero falle. Eso hizo cambiar dos cosas, primero mi percepción de mi mismo como un ser que no puede seguir con esto, y por parte del ser, que tenia que cambiar la estrategia. Por lo que a partir de ese día me decía que el suicidio era cosa de maricas y que eso solo demostraría lo cobarde que era y lo débil, sino lo liberaría y me enfrentaría a el.
Voy haciendo esto más rápido pues ya esta terminando de destruir su encierro y cada vez grita mas fuerte y amenaza con cosas mas terribles.
En resumidas cuentas Dra. Hope quería que le llegara esta carta a Ud. para que sepa que lo que voy a hacer no es por cobardía sino por el bien de los seres que amo. No creo que a esta altura esto tenga cura y estar drogado en un hospital para ser atacado por este ser hasta el ultimo de mis días no es una experiencia que quiera vivir.
Ya destruyo la jaula y me esta buscando, tengo poco tiempo, por suerte la inyección ya me la di asi que no creo que me pueda hacer sufrir demasiado antes del desenlace final.
Muchas gracias por su ayuda y comuníquele de la mejor manera posible a mi familia que la amo con toda mi alma, tanto a Alexa, como a Angel , como a mis suegros.
Ya viene, ya me encontró solo me queda pulsar enviar.



La vi...




Desperté en la playa. El sol quemaba mi piel y me asfixiaba el calor, el olor a mar, a sal, me invadía y apenas podía respirar más de lo necesario, me desmaye. 
Desperté una vez más pero ahora me encontraba en un lugar más fresco. Aun sentía las olas y el olor a mar, pero el calor no me atormentaba. Pude mirar a los lados y descubrí que me encontraba en una pequeña cabaña echa de cortezas de palmera y hojas muy grandes, todo entrelazado. Alguien más ha sobrevivido al naufragio, que bueno. Siento como pierdo el sentido una vez más, pero esta vez puedo, o creo poder, escuchar una risa leve como la brisa.


Despierto ahora en la más oscura de las noches, por un momento pensé que estaba ciego, o que estaba teniendo una pesadilla. Algo o alguien tomaba mi cabeza y luego mi cuello y me obligaba como mano de hierro a sentarme en mi catre. Las manos muy delgadas para ser tan fuertes me hicieron pensar en un esqueleto en el primer momento. Sumado a eso, el frio casi mortal de esas manos, y su inusual humedad. Un escalofrío me recorrió, no podía hablar, el terror se apodero de mi cuando sentí que tenía las manos y las piernas atadas al catre. Esas espantosas manos, juzgaban mi rostro, lo recorrían por todas partes, ahora la nariz, ahora el mentón, eran cual el reconocimiento de un ciego. Se me paralizo el corazón cuando una de esas manos se apoyo en mi pecho desnudo. Comprobando que estuviera bien del juicio intente hablar una vez mas pero me fue imposible, en ese preciso momento un dedo se poso sobre mis labios señalándome que debía guardar silencio, acto seguido, se me acerco un cuenco con agua fresca. Tal vez nunca vuelva a probar en mi vida algo tan refrescante, ya sea por la sed que me atormentaba, ya sea por ese inolvidable sabor, mezcla de minerales y hierbas. La vida misma corriendo por mi garganta. Sentí como si me fortificara, como si no hiciera falta más alimento que ese líquido, que en un principio parecía agua pero después… después parecía el néctar de los dioses. Con ese mismo pensamiento volví a dormir. Ahora soñaba, sueños de mi infancia, sueños tranquilos.
Una vez mas mis ojos se abren a un nuevo día. Ya no estoy atado. Mi prisión desapareció y fue reemplazada por una hermosa cabaña tejida de hojas y ramas de distintos arboles de la costa. Había una mesa, una silla. Mi catre. Junto a el lo mas parecido a una mesa de noche de hospital, con cuencos con agua y vendas, limpias sobre la mesa y sucias en un recipiente en el suelo. Al mirar la mesa descubro una canasta con frutas frescas y una botella de ron junto a un baso enorme. Me sirvo un trago, pero no es ron. Es lo que tome anoche, o quien sabe cuando, parece que llevo días en el catre. Mis piernas están fuertes pero muy delgadas, mi barba llega casi hasta mi pecho. Para un oficial de la marina de su majestad es poco menos una deshonra, pero se excusa pues estaba inconsciente. Mis pensamientos se clarifican al beber el contenido de la botella, pero no abuso de el. Como un poco de fruta y me siento soñoliento una vez mas. Miro mi cuerpo y esta lleno de cicatrices que no recuerdo, más, ahí están, como demostración de que fue real el naufragio. Quien me habrá rescatado? Tengo sueño. Descansare más.
Llego a poder apreciar un amanecer desde la playa. Hace tiempo que me pregunto quien me abastece de agua y frutas a diario. No he podido verle, no se si es el o ella. Solo se que cuando estoy a punto de despertarme y esta en la choza suelta una dulce risita y cuando abro los ojos ya no esta ahí. No hay huellas en la arena. No he podido agradecerle. Hoy encontré un cofre del barco en la playa, en el había ropas sanas, botas (que no pienso usar) papel, tinta y una pluma. Dejare un mensaje a mi rescatador o rescatadora.
No es posible que sea una niña, y si lo es debe ser muy pequeña. No sabe escribir, pero hizo unos dibujos donde me representa a mí salvándola del barco y a ella construyendo la cabaña y curándome. Digo que es una niña porque sino la otra explicación es que sea analfabeta, y ninguna señorita que no fuera de cuna viajaba en nuestra nave, y las damas de compañía de estas saben escribir y leer como el que mas.
Hoy estoy más desconcertado que nunca, vi a mi salvadora. Estaba en la playa tomando un baño, supongo que no contaba con que yo me encontrara despierto, puesto que impudorosamente lo estaba haciendo totalmente desnuda. No debe ser inglesa, aunque su pelo color de oro y su piel blanca como la leche misma demuestran lo contrario. Ahora que lo veo bien. Si hace tanto tiempo que estamos en la isla, como se mantiene con la piel tan perfecta, mientras yo, que paso la mayoría del tiempo recuperándome en la cabaña, estoy mas tostado que en el peor de los viajes que he dirigido. Hoy la esperare, estaré despierto toda la noche si es necesario.
Anoche fue una de las noches más trágicas de mi vida, ahora en este maldito barco me doy cuenta de mi horrible error. Ella llego a la cabaña ya cuando estaba a punto de quedarme dormido. Entro en la más absoluta de las oscuridades sin hacer el menor ruido. Traía una botella de ron llena del líquido que me fortalecía día a día, y una canasta de frutas frescas que deposito, también sin hacer el menor de los sonidos sobre la mesa. Se acerco a mí, y comenzó a quitarme las vendas. A pesar de que la estaba mirando con disimulo, apenas podía sentir sus manos tocándome, curándome, aquí y allá, cambiando vendas y entonando muy bajo una canción que despertaba en mi los sentimientos mas dulces. Mientras me curaba y a la luz de la luna pude ver que estaba totalmente desnuda, aunque sus partes estaban cubiertas con una especie de tela que recordaba a las serpientes o a los peces, pues estaba echa de escamas, del mismo color casi que su propia piel. Su cuerpo era perfecto. Pero algo no encajaba en todo esto. No se la veía nunca y no había otra cabaña en la playa.
Le pregunte su nombre. Y con un salto llego hasta la puerta y ahí se detuvo. Volví a preguntarle quien era. Y ella encendió una vela que había junto a la puerta. En ese momento la vi en todo su esplendor. Una sirena en forma humana. La criatura más hermosa que jamás haya visto un ser humano. Me dijo que al día siguiente un barco pasaría cerca de la costa. Que si la amaba lo dejaría ir, y sino que encendiera la choza y el humo los guiaría. Que me estaba agradecida con su vida por salvarla cuando zozobro mi barco, pues este la golpeo y le hizo perder el aire que llevaba en sus pulmones, eso la abría matado como a cualquier persona. Soportamos mucho bajo el agua, pero al subir a respirar me golpeo y hundió tu barco, y tu me salvaste sin importar mi apariencia. Por eso te amare por siempre dijo. Y se fue. 
Al otro día vi el barco en el horizonte, no soporte la idea de vivir el resto de mi vida junto a un ser mitológico de los mares, junto a un producto de mi imaginación. Y encendí la cabaña. 
A las pocas horas de estar sobre el barco. Mientras daba un paseo por cubierta, la vi a estribor, entonando una canción con las que había soñado en mis noches de recuperación. Pero ahora lo que sentía era nostalgia. Era amor. Dolor. La necesidad de estar junto a ella. Le grite si podía perdonarme y si podía volver y ella me dijo que la elección estaba tomada.
En ese momento decidí saltar al mar. Me hundí lo más que pude para no poder respirar ni una vez más si ella no estaba junto a mí. Luego de unos momentos sentí unas manos frías en mi espalda, que tiraban de mi, con la fuerza del acero y la delicadeza de una niña, por un momento se me cruzo la idea de que la parca había venido por mi. Espero estar equivocado.




domingo, 25 de diciembre de 2011

Regalo de Navidad


Me dolía el pecho de tanto reír ¿o era de la angustia?, tal vez una combinación de ambas. El caso es que me dolía el pecho. Tal vez fuera un inminente infarto, pero no, no había mas síntomas, mi brazo izquierdo estaba bien, no había arritmia ni taquicardia ni bradicardia, no estaba hiperventilando ni sobre oxigenando. Solo me dolía el pecho. Profundamente, como si tuviera una herida en la caja torácica.

Pero mi cuerpo era lo que menos me preocupaba, aunque al comenzar a escribir estas notas parezca lo contrario. Estas son las notas de un loco, lo que me paso no es normal –tal vez por eso me duele tanto el pecho- es a todas luces, o paranormal, o anormal por completo. Pero no me extrañaría ninguna de las dos. Que sea todo producto de un muy deseado encuentro, una alucinación. Pero no una cualquiera una muy especial. Por las dudas dejo constancia de que estoy en el completo uso de mis facultades mentales –o de eso trato de convencerme- y no e ingerido ni drogas ni alcohol.

Mi nombre es Gustavo G. y soy enfermero. Y tengo una historia, hecho, acontecimiento o alucinación que contarles que tal vez los deje pensando que no estoy bien.

Los hechos

Entrando en mi casa –aun soy soltero- me encuentro con mis dos hermanos junto a la chimenea. El mas pequeño de solo diez años, el otro de diecisiete. Muy cómodamente mirando en la televisión una película vieja en dvd que yo tenía guardada y que antiguamente estaba en vhs. Donde aparecíamos los tres en la última navidad que estuvimos juntos, hace ya 19 años.
-          No tienes el árbol armado hermano que paso con el espíritu navideño – dijo mi hermano mayor
-          Si es verdad, además no has decorado la casa y llegas casi a las doce, ¿Dónde estabas? – lo acompaño mi hermano menor
-          Ocupado en el hospital
-          Si lo sabemos, pero después de eso- dijo el menor con una sonrisita picara – alguna novia escondida.
-          No, no estoy saliendo con nadie. ¿Qué hacen en mi casa?
-          ¿no somos bienvenidos?- a coro
-          Claro que lo son, por supuesto, cuando quieran. Les voy a hacer algo de comer

Luego de decir esto y temblando como si estuviese en el polo, me dirigí a la cocina. Hice lo que se acostumbra en mi país, cortar fiambre y queso en trozos, poner todo en platos, poner muchas aceitunas en vols. y llevar todo a la mesa. Por las dudas decore una planta que tengo cerca de la chimenea con algunos moños que hice con cinta para vendajes con animalitos, ya que trabajo con niños siempre tengo. Mi hermano menor, siempre hábil con las manos, hizo un nacimiento con harina y agua en cuestión de minutos y le dio color con el jugo de algunas verduras que encontró en el refrigerador.

Me sentí muy a gusto, aunque en el fondo muy aterrado. Mis hermanos fallecieron hace dieciocho años en un accidente de transito, y nuestra ultima navidad juntos fue hace diecinueve. Por lo tanto me encontraba en casa, o bien rodeado de fantasmas, o en el completo delirio.

Para no anotar mal los comentarios, pues estos no los recuerdo bien. Diré que estuvimos hablando de todo, al principio me costaba mucho hablar. Pero luego fui ganando confianza y me deje llevar por la conversación. Fue muy amena y nunca se tocaron temas trágicos. Solo rememoramos nuestras andanzas de pequeños.

Todo esto fue hasta que comenzó a amanecer. En ese momento los dos se pararon y miraron al gran ventanal del comedor que da justo al este.
Me explicaron que regalos como este expiran al amanecer del día de navidad. Que me amaban mucho y que venia siendo tiempo de que formara una familia y les proporcionara la alegría de algún que otro sobrino. Porque ellos le cuidarían al igual que a mi. Dicho esto se desvanecieron.

No se todavía si todo esto fue real. El nacimiento esta aun bajo el árbol. Los platos sucios en el comedor y los vasos usados no son prueba. Solo un baso se lleno una y otra vez de refresco. El mío. Solo una persona se comió todo lo que estaba servido en la mesa, yo.  

Ahora solo espero la próxima navidad. Pero este mismo día me dispuse a vivir la vida encaminada hacia el futuro, y no mas anclado al pasado. Porque el futuro es vida, el pasado recuerdos. Y si quiero tener un pasado en el futuro, estoy obligado a llevar una buena vida en el presente.
Ahora que lo pienso, tal vez sea eso el dolor en mi pecho, la emoción de vivir otra vez.

Nota: los personajes no tienen nombres reales, los fantasmas no los tienen pero yo los se. Espero que nadie se sienta ofendido por esta narración. Si bien toca un tema muy delicado, no lo escogí al azar. Los hechos de la desaparición de los niños de 10 y 17 años, son reales y son mis hermanos. Aclaro esto para que nadie piense que estoy haciendo uso del dolor ajeno. 



viernes, 23 de diciembre de 2011

El Homisuicida




         Una vez más desando el camino a casa. Lo hago por el mismo lugar por donde paso todos los días, hace veinte años que paso por  las mismas calles, las mismas esquinas. Veo los mismos edificios. Algunos imperturbables a través del tiempo, a otros ya se le notan los achaques. Tienen cara de viejos. Hay algunos nuevos, con el porte y la elegancia del que no sabe que tendrá mucho tiempo para envejecer. Pero por lo demás, sigue siendo el mismo camino.
Veinte años. Nada más y nada menos. A veces me pregunto ¿será hoy la ultima vez que recorra este camino?, por momentos, sobre todo en verano, parece que es la ultima. Ya no lo quiero hacer más. El calor y la humedad son apenas sofocados por los mustios arboles, tristes hasta en la primavera, que se cierran como un túnel sobre la calle. Pero poco es el fresco y la sombra que pueden ofrecer, ya que ellos también están viejos.
Pero eso lo veo hoy, que estoy deprimido. Otros días puedo ver a los niños jugando a la pelota y divirtiéndose de lo lindo. El calor se me antoja delicioso, y el andar, suave y llevadero. Al punto que al llegar a casa me lamento de vivir solo a veinte cuadras de mi trabajo. Esos días, mi esposa me espera con limonada fría y el diario de la tarde, tiene tanto de que hablar conmigo que la emoción no la deja seguir un solo hilo de conversación y quiere contarme todo a la vez. Hoy sin embargo estoy seguro de que tendrá mucho que hacer, no podrá hablar conmigo y algún reproche tendrá guardado por ahí. Eso es porque hoy estoy de mal humor.
Al llegar a la mitad del camino entro en un bar, casi nunca entro, y cuando lo hago trato de pasar desapercibido, el cantinero me pregunta que me sirve. ¿Que me sirve? ¿Quiero beber?, ¿Por qué no? De todas formas hoy mi esposa esta de malas. Tome un par de gim con pomelo, y seguí mi camino. Me los tome con su tiempo. Demore mas que de costumbre, pero no estaba borracho, solo digamos, contentón. Esa alegría ficticia que solo otorga un buen trago en un mal momento.
Nunca me imaginaria lo que me encontré después. Mi esposa estaba esperándome en la puerta de calle. Mirando en la dirección por la que siempre, desde hace veinte años, llego a mi hogar.
- Estuviste bebiendo
- Fueron solo un par de tragos amor. Además, buenas tardes amor.
- Para ti serán buenas, has estado tomando.


Como supuse estaba de malas. No había limonada. No hubo charlas amenas. Ni sentarse en el porche con el diario recién traído por mi amada. 
En cuestión de cinco minutos se cambio, y se fue de la casa dando un portazo. Eso no lo había hecho antes. Me fui a la cocina. Quería mi limonada. Quería tener un buen final de día. Estaba demasiado deprimido para soportar tonterías por unos tragos. 
Al entrar en la cocina veo la jarra de la limonada en el lavaplatos, la acerco a mi nariz. Si, ahí estaba, limonada fresca. Olía a limonada fresca, la había tirado por el lavabo. ¿Cuánto demore más de la cuenta? Mire mi reloj y habían sido dos horas. Algo no estaba bien.
En la noche volvió, ahora sin portazo. Trajo comida para microondas, la calentó, la sirvió en silencio. Casi no toco su comida. Pero cuando yo termine mi cena, levanto la loza, se fue a la cocina la lavo y se fue a la cama. Todo esto en silencio. 
Yo también me fui a acostar. Dormí un sueño intranquilo, donde las pesadillas de quedarme solo me atormentaban.
Al día siguiente en el trabajo le eche las culpas de toda mi depresión a ella. Si, treinta años de casados la deben haber aburrido de mi persona y esta buscando una excusa para dejarme. ¡No! Peor, esta buscando que sea yo el que la deje. No quiere cargar con la culpa. Que fastidio.
Una vez mas las veinte cuadras para pensar. Ahora me voy a dedicar a hacerle la vida imposible. Tendrá que ser ella la que me deje a mí. No voy a dar el brazo a torcer. Así pensé durante veinte cuadras que pasaron volando. No me detuve en el bar, no tenia tiempo que perder si le quería hacer la vida imposible. 
Llegue directo a casa. Ni bien pase por la puerta escuche como se apuraban sus pasos, me vio en la puerta y su sonrisa me deslumbro. Salió disparada a la cocina y salió con una jarra de limonada, dos vasos y el periódico del día, también había hecho bollos de vainilla. Me condujo hasta la hamaca de la entrada. Deposito todo en la mesita y se dispuso a contarme todo lo de ese día y todo lo del anterior. Me conto todo lo nerviosa que se había puesto por como había llegado el día anterior, tarde y bebido. Me alcanzo un folleto de AA y con una sonrisa me invito a ir y se postulo como acompañante numero uno.
Yo no sabia de que iba todo esto. Hacia solo dieciséis horas yo no merecía sus palabras, ahora estaba preocupada por mi. ¿Es que acaso no quería el divorcio? No la comprendía, y se ve que eso se vio reflejado en mi mirada.
- Llevamos treinta años juntos amor. No hemos podido tener niños y entiendo que te deprimas muy de vez en cuando. Pero el mundo no es como lo ves cuando estas deprimido, tampoco es como lo ves cuando has bebido. El mundo es este. El que creas con tus acciones. Hoy no fuiste al bar, no se porque no fuiste, pero estoy agradecida. Y lo celebro. Como cada vez que no vas.
Luego de escuchar estas palabras pude atar todo. Ella no quiere que la deje. Me ama. Me quiere junto a ella. Y eso hare a partir de hoy. No necesito un grupo de AA para dejar nada porque no soy alcohólico. Solo tomo algunas copas cuando estoy deprimido. Aunque ahora que lo pienso, estoy deprimido casi todos los días. Quizá si sea necesario dejar este matrimonio. Quizá si sea necesario que yo muera. Que le quite un peso de encima a esta hermosa mujer.
Al fin me mate. Después de casi un año sin tomar, me percate de que me mate. Si, y ahora soy feliz. Porque soy otro. Soy el hombre que mi esposa merece. A aquel canalla bebedor, lo mate y lo enterré bien profundo, y yo tome su lugar. Con él se fueron todas las depresiones. Sin el, yo obtengo cariño y limonada fresca todos los veranos, y chocolate caliente todos los inviernos junto a la estufa. Es bueno matar un bastardo de vez en cuando. Te fortalece.