Me dolía el pecho de tanto reír ¿o era de la angustia?, tal
vez una combinación de ambas. El caso es que me dolía el pecho. Tal vez fuera
un inminente infarto, pero no, no había mas síntomas, mi brazo izquierdo estaba
bien, no había arritmia ni taquicardia ni bradicardia, no estaba
hiperventilando ni sobre oxigenando. Solo me dolía el pecho. Profundamente,
como si tuviera una herida en la caja torácica.
Pero mi cuerpo era lo que menos me preocupaba, aunque al
comenzar a escribir estas notas parezca lo contrario. Estas son las notas de un
loco, lo que me paso no es normal –tal vez por eso me duele tanto el pecho- es
a todas luces, o paranormal, o anormal por completo. Pero no me extrañaría ninguna
de las dos. Que sea todo producto de un muy deseado encuentro, una alucinación.
Pero no una cualquiera una muy especial. Por las dudas dejo constancia de que
estoy en el completo uso de mis facultades mentales –o de eso trato de
convencerme- y no e ingerido ni drogas ni alcohol.
Mi nombre es Gustavo G. y soy enfermero. Y tengo una historia,
hecho, acontecimiento o alucinación que contarles que tal vez los deje pensando
que no estoy bien.
Los hechos
Entrando en mi casa –aun soy soltero- me encuentro con mis
dos hermanos junto a la chimenea. El mas pequeño de solo diez años, el otro de
diecisiete. Muy cómodamente mirando en la televisión una película vieja en dvd
que yo tenía guardada y que antiguamente estaba en vhs. Donde aparecíamos los
tres en la última navidad que estuvimos juntos, hace ya 19 años.
-
No tienes el árbol armado hermano que paso con
el espíritu navideño – dijo mi hermano mayor
-
Si es verdad, además no has decorado la casa y
llegas casi a las doce, ¿Dónde estabas? – lo acompaño mi hermano menor
-
Ocupado en el hospital
-
Si lo sabemos, pero después de eso- dijo el
menor con una sonrisita picara – alguna novia escondida.
-
No, no estoy saliendo con nadie. ¿Qué hacen en
mi casa?
-
¿no somos bienvenidos?- a coro
-
Claro que lo son, por supuesto, cuando quieran. Les
voy a hacer algo de comer
Luego de decir esto y temblando como si estuviese en el
polo, me dirigí a la cocina. Hice lo que se acostumbra en mi país, cortar
fiambre y queso en trozos, poner todo en platos, poner muchas aceitunas en vols.
y llevar todo a la mesa. Por las dudas decore una planta que tengo cerca de la
chimenea con algunos moños que hice con cinta para vendajes con animalitos, ya
que trabajo con niños siempre tengo. Mi hermano menor, siempre hábil con las
manos, hizo un nacimiento con harina y agua en cuestión de minutos y le dio
color con el jugo de algunas verduras que encontró en el refrigerador.
Me sentí muy a gusto, aunque en el fondo muy aterrado. Mis hermanos
fallecieron hace dieciocho años en un accidente de transito, y nuestra ultima
navidad juntos fue hace diecinueve. Por lo tanto me encontraba en casa, o bien
rodeado de fantasmas, o en el completo delirio.
Para no anotar mal los comentarios, pues estos no los
recuerdo bien. Diré que estuvimos hablando de todo, al principio me costaba
mucho hablar. Pero luego fui ganando confianza y me deje llevar por la conversación.
Fue muy amena y nunca se tocaron temas trágicos. Solo rememoramos nuestras
andanzas de pequeños.
Todo esto fue hasta que comenzó a amanecer. En ese momento
los dos se pararon y miraron al gran ventanal del comedor que da justo al este.
Me explicaron que regalos como este expiran al amanecer del día
de navidad. Que me amaban mucho y que venia siendo tiempo de que formara una
familia y les proporcionara la alegría de algún que otro sobrino. Porque ellos
le cuidarían al igual que a mi. Dicho esto se desvanecieron.
No se todavía si todo esto fue real. El nacimiento esta aun
bajo el árbol. Los platos sucios en el comedor y los vasos usados no son
prueba. Solo un baso se lleno una y otra vez de refresco. El mío. Solo una
persona se comió todo lo que estaba servido en la mesa, yo.
Ahora solo espero la próxima navidad. Pero este mismo día me
dispuse a vivir la vida encaminada hacia el futuro, y no mas anclado al pasado.
Porque el futuro es vida, el pasado recuerdos. Y si quiero tener un pasado en
el futuro, estoy obligado a llevar una buena vida en el presente.
Ahora que lo pienso, tal vez sea eso el dolor en mi pecho,
la emoción de vivir otra vez.
Nota: los personajes no tienen nombres reales, los fantasmas
no los tienen pero yo los se. Espero que nadie se sienta ofendido por esta narración.
Si bien toca un tema muy delicado, no lo escogí al azar. Los hechos de la desaparición
de los niños de 10 y 17 años, son reales y son mis hermanos. Aclaro esto para
que nadie piense que estoy haciendo uso del dolor ajeno.
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