La embarcación en
la que navego hace agua. Las tormentas no me dan descanso. Por momentos me siento
como Odiseo. Día a día pierdo algún integrante de mi tripulación o una parte de
mi navío, que soy yo mismo. Porque de alguna manera mis hombres y mi nave son
mi misma persona, soy yo mismo mi nave y mi tripulación, y cada perdida o
rotura es una enajenación y una mutilación de mi mente y mi cuerpo.
La hibris no me
permite ver mis propios errores y cada uno de ellos me cuesta parte de la tripulación
y la nave, que por momentos parece ir a la deriva, arrastrada por las mismas tormentas.
No muy a menudo
pero con frecuencia, puedo divisar un faro a lo lejos, que pretende señalarme
el camino correcto. Pero es muy común que lo ignore, pensando que son fuegos
fatuos que me llevan a la perdición.
El canto de las
sirenas me hace pensar por momentos si mi Penélope aun estará esperando en
puerto. Pero en esos casos, es mi apasionado corazón el que me dice que sí, que
estará ahí esperando a mi arribo y logro desprenderme del embrujo de sus cantos.
La ya poca tripulación
me vuelve a indicar que el faro esta nuevamente a la vista, lo sigo un trecho
pero lo vuelvo a perder, como si éste se cansara de iluminar mi camino
¿Serán señales de
mía amada?
¿Será tal vez una
señal del destino?
Una y otra vez la
tormenta se cierne sobre mí. Tormentas que creo no poder sobrellevar, la poca tripulación
tanto como la nave están cansados. Ya no tengo el mando que tenia antaño. Por momentos
pienso que podría perderlo todo, en esos momentos nuevamente la luz de la esperanza vuelve a aparecer en el
horizonte. Y una vez más, con esperanzas renovadas emprendo el camino hacia
ella, soñando que es mi Penélope.
La maldición se
ve incrementada, no solo por las tormentas, sino que también, cosa de los
demonios, nunca llega el día. Siempre viajando en una noche eterna. Las enfermedades
no se dejan esperar, como si fuera poco después
de tantas adversidades. Es mi deber salvar lo que queda de mi gente y mi nave,
que soy yo mismo. Me debo salvar para salvarlos a todos.
Al final, tomo la
decisión, perdido por perdido torno el timón a contra viento y marea en dirección
al faro. Lucho en estos últimos tramos con las más potentes de las tormentas,
esquivo traicioneros arrecifes, maniobrando ya solo a esta altura todo el navío.
Mi gente está enferma y cansada, el barco casi destruido, yo mismo no soporto
el cansancio, pero es mi deber llegar.
Llego a puerto
casi sin fuerzas al atracar. Junto al puerto un gran faro. Estoy en el lugar al
que estaba siendo guiado. En ese momento pierdo por completo las fuerzas, al
amarrar la embarcación pierdo por
completo la energía, y como si mi alma se separara de mi cuerpo pierdo la
conciencia y caigo en un sueño de reposo. Sin saber donde toque puerto. Sin saber,
si estaba seguro.
Al despertar me
encuentro en la más cómoda de las camas.
Mi Penélope esta
a mi lado. Mirando con ojos brillante, llenos de lagrimas que interpreto como
tristeza
-
-He hecho
mal al volver- le pregunto
- - Al contrario
mi amor, mi Odiseo, mi Romeo. Has vuelto. Por momentos perdía la esperanza pero
con esfuerzo me recuperaba y volvía al faro para mantenerlo encendido. Flaquee más
de una vez y me disculpo. Pero ahora estas aquí y eso es todo lo que deseaba.
Día tras día curo
mis heridas, ella misma reconstruyo pieza a pieza mi nave y mi confianza en mí
mismo. Ahora sé que puedo afrontar cualquier cosa.
-
-Ya puedes
partir – me dijo – cuando desees, ya tu nave está totalmente reparada y tu tripulación
que eres tú mismo está lista para zarpar. Te amo, y no te puedo pedir que seas
otra persona. Zarpa cuando lo desees.
-
-Zarpare
– le conteste, aunque estas palabras no hicieron que dejara de darme la
espalda- pero a mi última y más importante aventura- en este momento si volteo
a verme con los ojos llenos de lagrimas- La aventura de vivir junto a ti y no
volver a separarnos. Porque eres mi faro, mi guía, mi esperanza y mi mar. Eres las
aguas que quiero navegar por el resto de mis días. Porque eres mi amor
En el mar hay
muchos peces, es verdad, hay sirenas también, que te encantan con su hermosura.
Pero solo hay una Penélope. Solo una. Y yo ya tengo la mía. Tuve que sufrir mucho
para darme cuenta que siempre. Hasta en los momentos más terribles ella estaba
a mi lado. Dándole fuerzas a mis brazos en el timón. Alimentado de esperanzas
mi corazón.
Zarpare sí, pero
sin salir de puerto, zarpare a la mar del amor de mi Penélope, y juntos
enfrentaremos todas las tormentas que estén por venir.
Porque si bien no
existe un vivieron felices por siempre, siempre habrá un lo intentaron con todo
su corazón para siempre, hombro a hombro.
como que el titulo y el cuento no tienen nada que ver... ademas romeo no tiene nada que ver con penelope
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